domingo, 2 de febrero de 2014

Mujeres extranjeras en las cárceles. El caso de Andalucía


"Mujeres extranjeras en las prisiones españolas. El caso andaluz". Artículo publicado en la Revista Internacional de Sociología (RIS) en 2010 (vol. 68, nº 2, pp. 473-498) y firmado por Joaquina Castillo y Marta Ruíz García, de la Universidad de Huelva. Accesible en este enlace
Resumen:
El sistema penal español viene experimentando profundos cambios desde los años ochenta. Importantes aspectos de este proceso han sido, por un lado, el notable incremento de la población reclusa femenina —España tiene el mayor número de mujeres reclusas de Europa— y por otro, la presencia de extranjeros en las prisiones españolas, siendo significativo el progresivo aumento de mujeres extranjeras de distintas nacionalidades. Este artículo muestra el perfil sociológico de las mujeres presas en España y, específicamente, en Andalucía; establece su perfil delictivo y analiza la vida en prisión desde las perspectivas de género y extranjería. El trabajo de campo se ha centrado en las prisiones andaluzas de Huelva, Algeciras (Cádiz) y Alhaurín de la Torre (Málaga), empleando la entrevista en profundidad como técnica de investigación principal, que se ha realizado en el interior de los módulos de mujeres.
El estudio de las estadísticas, tanto penitenciarias como del Ine, muestran que la nacionalidad de las mujeres extranjeras encarceladas en el estado español se va diversificando, es decir, cada vez es más el número de países de procedencia, siendo Rumanía, Brasil y Marruecos quienes ocupan entre el tercer y quinto puesto . Aún así, Colombia sigue siendo el país de procedencia principal de las mujeres extranjeras encarceladas. 

En cuanto al tipo de delito, la inmensa mayoría están encarceladas por tráfico de drogas, tipificado como "delito contra la salud pública". No obstante, se encuentran variaciones entre nacionalidades y una vinculación  entre tipo de delito cometido y nacionalidad. Así, las colombianas son las denominadas "mulas", que han transportado cocaína desde sus países de origen y son interceptadas en el aeropuerto, mientras que las marroquíes han traficado con hachís. Otras nacionalidades responden a realidades delictivas de otra índole como la estafa y el tráfico de personas, en las que son tanto víctimas como perpetradoras.

Las 34 entrevistas en profundidad a mujeres presas y otras tantas a profesionales que trabajan con ellas,  junto con la observación participante muestran la importancia del trabajo penitenciario para las mujeres extranjeras. El cobro del salario les permite mantener el sentido de su proyecto migratorio y su rol de sostenedoras económicas de la unidad familiar. Un trabajo penitenciario que aún hoy está fuertemente segregado en función de género, dejando a las mujeres tareas como corte y confección, lavandería y limpieza.

Si bien las entrevistadas no reportan racismo o discriminación durante en el encarcelamiento, sí encuentran dificultades de relación con otras internas, quienes habitualmente presentan un nivel de instrucción menor y son más reincidentes. Las presas extranjeras, por su parte, no son reincidentes ni consumidoras de drogas en su inmensa mayoría. Tampoco provienen de estratos sociales de extrema marginalización, como es el caso del perfil mayoritario de las autóctonas.

Por otra parte, ponen de manifiesto dificultades en lo referente al régimen de comunicaciones y visitas, la cual no se adapta a la realidad que ellas viven. Teniendo en cuenta que las personas cercanas y familiares están lejos, y existe una diferencia horaria con los países de origen, la comunicación telefónica encuentra muchas trabas debido los restringidos horarios de llamadas de la prisión. También reportan que la  duración de las llamadas telefónicas es demasiado corta, teniendo en cuenta que habitualmente el establecimiento de una llamada internacional puede prolongarse durante varios minutos.

En lo referente a su situación legal, las mujeres extranjeras cumplen más a menudo prisión preventiva antes de ser juzgadas por la imposibilidad de demostrar arraigo en el territorio español. A su vez, cumplen efectivamente condenas más largas, precisamente por esta dificultad con el arraigo geográfico y la escasez de redes sociales en el territorio, que les impide acceder a terceros grados penitenciarios. Ya durante el tiempo de condena, la investigación encontró que las mujeres extranjeras no recibían suficiente información en lo referente a las normas y el régimen penitenciario, lo cual deriva a menudo en una dificultad para hacer valer sus derechos. 

En definitiva, un sistema penitenciario ciego a las cuestiones relativas a la procedencia o condición migratoria de las mujeres encarceladas provoca que las necesidades específicas de este colectivo no sean atendidas adecuadamente. El artículo que aquí presentamos, precisamente, finaliza con una batería de propuestas de mejora para paliar estas carencias.